Los servicios a los animales en propiedad se prestan en régimen de autónomos, lo que significa que el médico veterinario tiene que sufragar muchos gastos de mantenimiento y gestión de las instalaciones. Estos importantes costes suponen la mayor parte del precio final del servicio y no pueden eliminarse: estaría en juego la propia sostenibilidad de la instalación y, por tanto, la posibilidad de prestar los servicios solicitados por los propietarios de los animales.
Más bien, corresponde a las instituciones proporcionar instrumentos adecuados para apoyar económicamente a quienes realmente no pueden, pero quieren cuidar de su animal.
No se puede esperar que el profesional asuma un coste social.
Siempre actuamos de acuerdo con el principio del Deber de Cuidados, tal y como se regula en el artículo 14 del Código Deontológico Médico Veterinario, pero los médicos veterinarios no somos misioneros.
Ser veterinario es un trabajo. Realizar una actividad social, en cambio, es una elección personal. Casi todos los médicos veterinarios se dedican a labores sociales, pero esto no debe confundirse con una profesión que merezca respeto y una remuneración adecuada. Como dice nuestro código ético.