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Leishmania: la supuesta vacuna no es tal porque no garantiza la inmunidad de su perro. Para entender qué es, para qué sirve realmente y hacer un uso consciente de él, siga leyendo.
Leishmania Infantum es un protozoo con un ciclo biológico indirecto: esto significa, en la práctica, que necesita un huésped intermediario (es decir, un vector) para desarrollarse en su forma infecciosa en los mamíferos.
El loro es el temido vector de este parásito y el contagio se produce a través de la picadura del insecto en el mamífero huésped.
Cómo reconocer al loro o al flebótomo
El flebotomo o pappatacio, vector de Leishmania, es un insecto muy pequeño, de unos 2-3 mm, de vuelo silencioso y color amarillo ocre pálido.
Los parásitos atacan principalmente de mayo a octubre y siempre de noche, desde el atardecer hasta el amanecer.
El flebotomista no sólo inocula la LEISHMANIA INFANTUM, sino que favorece su penetración inicial y posterior propagación a través de la saliva, rica en sustancias vasodilatadoras que facilitan la propagación de la infección en el organismo del animal.
Animales que pueden contraer la leishmania
La leishmania no sólo afecta a los animales, sino también a los seres humanos.
Entre los animales, el perro es el más afectado.
Es importante destacar que no hay transmisión por proximidad entre humanos y perros ni entre perros.
Siempre es el insecto el que actúa como vehículo infeccioso y, para transmitir el protozoo, debe realizar su propio ciclo biológico.
No todos los animales infectados se vuelven verdaderamente leishmaníacos: el desenlace de la infección está estrechamente ligado al tipo de respuesta inmunitaria que se desencadena.
Así reacciona el cuerpo de un perro infectado por leishmania
El organismo del perro que entra en contacto con el parásito puede responder de dos formas diferentes, y el establecimiento de una u otra situación determinará, o no, la aparición de la enfermedad.
Todo depende de la reacción del sistema inmunitario del perro.
Podemos dividir a los perros en dos categorías: los resistentes a la Leishmania y los receptivos.
- Perros resistentes producen una sustancia, llamada TH1 es la llamada activación de la inmunidad mediada por células.
Se trata de una respuesta del sistema inmunitario en la que no intervienen los anticuerpos, sino la activación de unas células asesinas de patógenos, ya sean virus o bacterias, denominadas macrófagos.
- Los perros receptivos, en cambio, producen TH2: esta sustancia activa la respuesta inmunitaria de anticuerpos que, paradójicamente, es responsable de la progresión de la infección hacia la enfermedad.
La tensión continua sobre las células inmunocompetentes conduce a un desequilibrio inmunológico: los anticuerpos son ineficaces y el patógeno no puede ser eliminado.
El establecimiento de este tipo de respuesta inmunitaria conduce inevitablemente al desarrollo de los síntomas clínicos de la enfermedad.
Entender qué es realmente la leishmania
La leishmania canina puede considerarse la consecuencia de una inmunodeficiencia específica, más que una simple infección.
El sistema inmunitario es más complicado de lo que se pensaba y se pueden distinguir esquemáticamente al menos dos categorías diferentes, Th1 y Th2.
La cuestión fundamental, que sigue en gran medida sin resolverse, se refiere al conocimiento de los factores que inducen una respuesta predominantemente Th1 o predominantemente Th2.
La leishmania es una inmunodeficiencia por lo que la vacuna es inútil
El mecanismo de acción de las vacunas es sencillo: provocan un aumento de los niveles de anticuerpos contra un antígeno específico de la enfermedad (virus o bacteria).
En el caso de la Leishmania, lo que se ha presentado como una “vacuna”, técnicamente hablando, en realidad no lo es.
El objetivo de este producto no es producir anticuerpos, sino estimular el desencadenamiento de una respuesta celular.
La inoculación no elimina la probabilidad de que un perro enferme, sino que sólo reduce la probabilidad de que ocurra.
El perro vacunado aún puede infectarse y la infección puede o no desarrollarse activamente.
La vacunación contra la leishmaniasis sólo es complementaria a los productos repelentes existentes.
Las únicas intervenciones factibles en la práctica, que ofrecen resultados alentadores de diversa índole, son las destinadas a prevenir las mordeduras de flebotomistas.
Las esperanzas de vacunación y de nuevas ayudas terapéuticas, por fin eficaces, se centran ahora en la investigación de las relaciones íntimas -genéticas y moleculares- entre la Leishmania, las células macrófagas y la respuesta inmunitaria Th1/Th2.
La curabilidad de la leishmania
La leishmaniosis canina es, sí, tratable, pero no curable desde el punto de vista parasitológico.
La enfermedad tiene un periodo de incubación a veces muy largo, pero detectar la presencia del parásito mediante un análisis de sangre periódico permite aplicar rápidamente el tratamiento adecuado.
Cuando el estado del perro no es crítico, se actúa a tiempo y la función renal no se deteriora de forma irreversible, algunos síntomas, especialmente los cutáneos, suelen desaparecer.
El perro puede llevar, incluso durante mucho tiempo, una existencia satisfactoria con una buena calidad de vida.
Es cierto que, por desgracia, el perro también puede manifestar recaídas que requieran un nuevo tratamiento, por lo que los sujetos clínicamente curados deben someterse a revisiones periódicas.
Todos los síntomas a tener en cuenta
No siempre inmediatamente identificables, los síntomas de la leishmania pueden aparecer aislados o en grupos y los mayores daños afectan a los órganos internos.
Los más comunes son:
– alopecia (caída del cabello) y úlceras en la zona periocular
– crecimiento anormal de las uñas
– epistaxis (hemorragia nasal) única o bilateral
Pero también:
– dermatitis descamativa localizada principalmente en hocico, patas y extremidades
– aumento de los ganglios linfáticos
– agrandamiento del bazo
– anemia
– poliartritis
– insuficiencia renal
Detección y prevención de la leishmania
Para detectar la enfermedad, es importante vigilar los síntomas sospechosos, llevar al perro al veterinario periódicamente y realizar análisis de sangre y orina al menos una vez al año.
Es de vital importancia utilizar durante todo el año productos repelentes específicos diseñados e indicados específicamente para proteger contra las picaduras de flebotomos.
Consulte siempre a su veterinario para que le aconseje la mejor opción de medicación y lleve a su perro a revisiones periódicas para asegurarse de que no se ha infectado.
Los médicos veterinarios de la Clínica La Veterinaria están a su entera disposición para realizar revisiones periódicas a su perro y exámenes específicos para evaluar su estado de salud.