En el Día Mundial de los Animales, nos parece oportuno subrayarlo:
- ganadería intensiva
- industria peletera
- experimentación y vivisección
- circos y zoos
- caza y pesca
- reproducción con ánimo de lucro
- uso para entretenimiento o como mano de obra
son formas de explotación y crueldad hacia los animales que tienen lugar diaria e inexorablemente ante los ojos de todos.
Siempre, incluso en el día mundial que “debería” celebrar a todos los animales.
“Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”, escribió George Orwell en su novela Rebelión en la granja.
Cerdos, pollos, gallinas, ratones, hámsters, caballos, terneros, vacas, cabras, ovejas, pavos, lobos, elefantes, lo que quieras, son los individuos no humanos defenestrados por la línea de la hipocresía ideológica.
La cuestión principal que hay que plantearse es por qué ensalzamos la defensa de los animales cuando reivindicamos el derecho a dañar al 99% de las especies existentes.
Los conmovedores eslóganes de los activistas o autodenominados activistas de los derechos de los animales son repugnantes a la vista de sus hábitos y, especialmente, de sus hábitos alimentarios.
Está muy bien defender al perro y al gato, pero la rata viviseccionada tiene poca importancia, y menos aún los cerdos alojados en jaulas microscópicas destinados al matadero para convertirse en chuletas, tocino, salchichas.
Y en cuanto al “bueno” de San Francisco, tampoco es una excepción: el pobre de Asís comía carne, situaba al hombre en el centro de todo y sólo después, para seguir, a los animales, elmedio ambiente y la creación como recursos al servicio del propio hombre.
Cuando San Francisco habló a la loba de Gubbio le dijo: “Hermano lobo, haces mucho daño en estos lugares, y has cometido grandes maldades, probando y matando a las criaturas de Dios sin su permiso. Y no sólo has matado y devorado bestias, sino que has tenido la osadía de matar y despojar a hombres hechos a imagen de Dios “.
Si eres católico, no puedes declararte activista en favor de los animales: sé sincero al menos contigo mismo.